En el ámbito educativo, las herramientas digitales han transformado profundamente la forma en que estudiantes y docentes acceden y comparten el conocimiento. Beneficios de la tecnología educativa, como la democratización de la educación, el acceso más amplio a recursos de investigación y la oferta de un aprendizaje personalizado, ya están siendo más conocidos y aprovechados. Sin embargo, surge una pregunta crucial: ¿están las instituciones educativas equipando a sus estudiantes con las competencias necesarias para enfrentar los retos del siglo XXI?
Pensemos en las nuevas generaciones de estudiantes que ya están, o pronto llegarán, en las universidades: la Generación Z. Esta generación, compuesta por nativos digitales que han crecido inmersos en un entorno hiperconectado, posee una afinidad natural por la tecnología. Si bien sus competencias técnicas son un recurso valioso en su formación académica, estas, por sí solas, no garantizan el éxito en el cada vez más competitivo mercado laboral actual.
La realidad es que las empresas buscan profesionales tanto con conocimientos técnicos como con habilidades blandas sólidas para el trabajo. Competencias como la comunicación efectiva, el pensamiento crítico, la resolución de problemas, el trabajo en equipo, responsabilidad, resiliencia y adaptabilidad se han vuelto altamente valoradas. No obstante, en México, las empresas enfrentan dificultades para encontrar talentos con estas habilidades1, que son clave para liderar equipos, gestionar conflictos y adaptarse a los cambios. Esta brecha está dificultando que la Generación Z haga una transición fluida de la universidad al mundo laboral.
Un nuevo enfoque para la educación superior
La Generación Z está redefiniendo sus expectativas sobre lo que las instituciones educativas deben ofrecer en su formación. Exigen una educación que sea relevante, personalizada y alineada con los retos del mercado laboral, con un enfoque destacado en el desarrollo de habilidades blandas.
Una encuesta a estudiantes de la Generación Z destaca que su principal prioridad al evaluar posibles empleadores es adquirir habilidades que impulsen sus carreras, pasando del 67% en la encuesta de 2022, al 86% en la de 20242.
Si se considera que, a largo plazo, el 75% del éxito laboral depende de las habilidades blandas, frente a solo un 25% vinculado a las habilidades técnicas o cognitiva3; entonces, para mantenerse competitivas y aumentar su matrícula, las universidades deben responder a estas demandas, ofreciendo programas que integren conocimientos teóricos y técnicos con la formación en habilidades blandas para el trabajo, garantizando una preparación integral para el futuro profesional de sus estudiantes.
Cerrando la brecha: los beneficios de la tecnología educativa
¿Cómo pueden, entonces, las instituciones de educación superior intervenir para preparar a sus estudiantes tanto para ser contratados como para prosperar en entornos laborales exigentes? Para D2L, empresa global de innovación del aprendizaje que ayuda a las organizaciones a cambiar el futuro de la educación y el trabajo, existen varias formas en que las instituciones de educación superior pueden contribuir a cerrar la brecha de habilidades para los recién graduados.
1. Aprendizaje experiencial o integrado en el trabajo. Esta estrategia conecta a los estudiantes con el mundo real, permitiéndoles aplicar teoría en contextos prácticos. Programas como pasantías, proyectos colaborativos con empresas y simulaciones interactivas mejoran las habilidades técnicas, y fomentan el pensamiento crítico y la toma de decisiones. Con la integración de plataformas tecnológicas de aprendizaje, las universidades pueden diseñar programas basados de aprendizaje adaptativo, que incluyan simulaciones y experiencias interactivas personalizadas según las necesidades de cada estudiante.
2. Trabajo en grupo como motor del desarrollo colaborativo. Fomentar las actividades en equipo dentro del entorno universitario puede contrarrestar la falta de habilidades blandas para el trabajo, reforzando la capacidad de gestión de conflictos, la negociación y la colaboración interfuncional. Al combinar diferentes personalidades y opiniones, los estudiantes obtendrán experiencia de primera mano sobre cómo utilizar eficazmente las habilidades blandas cuando trabajan con compañeros que tienen estilos de trabajo diferentes a los de ellos.
Mediante la implementación de plataformas de gestión de aprendizaje, las instituciones pueden diseñar actividades colaborativas en entornos en línea que permitan a los alumnos el intercambio de opiniones, el trabajo compartido y el cultivo de ideas.
3. Estrategias de aprendizaje combinado o híbrido. Combinar modalidades en línea y presenciales ofrece una experiencia educativa flexible y personalizable que puede adaptarse a las necesidades específicas de los estudiantes de la Generación Z. Además de facilitar la distribución de contenido y la evaluación en línea, D2L señala que las plataformas de gestión del aprendizaje (LMS) pueden ser utilizadas para desarrollar habilidades blandas.
Por ejemplo, las discusiones en foros virtuales ayudan a los estudiantes a desarrollar habilidades de comunicación escrita y argumentación. Los módulos interactivos pueden incluir actividades de liderazgo, resolución de problemas en equipo o la simulación de escenarios laborales.
Además, estas plataformas ofrecen retroalimentación constante y personalizada, permitiendo a los estudiantes reflexionar sobre su progreso y áreas de mejora. Esta retroalimentación, combinada con la posibilidad de trabajar en proyectos colaborativos en línea, fomenta el desarrollo de la autogestión y la adaptabilidad.
Las instituciones de educación superior tienen la responsabilidad y la oportunidad de preparar a la Generación Z para un mundo laboral cada vez más complejo y demandante. Al integrar tecnología educativa en sus programas, pueden contribuir a cerrar la brecha de habilidades blandas y transformar la experiencia educativa en una plataforma para el desarrollo integral de sus estudiantes.
Si bien la tecnología educativa no es una panacea, sí representa una oportunidad para crear un puente entre la universidad y el lugar de trabajo. Si se implementa estratégicamente, puede brindar diversos beneficios al equipar a los estudiantes con las herramientas necesarias para ser contratados y convertirse en líderes y agentes de cambio capaces de enfrentar los desafíos del siglo XXI.
Referencias:
110ª edición de Compara Carreras, del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO)
2 National Society of High School Scholars
3 Instituto de Investigación de Stanford y la Fundación Carnegie Mellon
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