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Niños contando historias al aire libre entre risas y juegos

Jugar, narrar y conectar: storytelling para marcas que dejan huella

Las historias de infancia refuerzan el storytelling para marcas y aumentan la conexión emocional con la audiencia.

Todos tenemos una historia de infancia que nos marcó. Un juguete especial que parecía tener vida propia, una anécdota con nuestros padres que aún nos hace reír o una película que vimos mil veces sin cansarnos. ¿Te acuerdas? La infancia no solo se vive, se queda impresa en la memoria como una colección de momentos que definen quiénes somos. Esa misma fuerza de conexión emocional es la que inspira el storytelling para marcas; contar historias capaces de despertar recuerdos, construir vínculos genuinos y dejar huella en quienes las escuchan.

Por eso, el Día del Niño no es solo una fecha en el calendario comercial. Es una puerta abierta al recuerdo, a la emoción, a ese rincón íntimo donde todo parecía posible. Para las marcas, es una oportunidad de conectar desde lo más humano: la nostalgia, la ternura, la ilusión. Porque cuando una marca logra contar una historia que toca esa fibra, no solo gana visibilidad, gana un lugar en la memoria de quienes la escuchan; y eso, en el mundo de las relaciones públicas, es uno de los logros más valiosos.

Y es que vivimos en medio de un entorno saturado de mensajes, donde la atención es breve y la fidelidad volátil, de manera que construir narrativas con propósito es una acción fundamental para las marcas, pues más allá de vender productos, el foco es contar historias que se sientan propias, cercanas y verdaderas para la audiencia. Historias que dejen huella, que se compartan y se recuerden.

Narrar con intención, emocionar con autenticidad

Las marcas que logran destacar no son necesariamente las que gritan más fuerte, sino las que cuentan mejor. Las que entienden que, en eventos como el Día del Niño, lo emocional tiene mucho más poder que lo espectacular. Las que no solo buscan generar impacto inmediato, sino resonancia duradera; y eso se logra no con descuentos llamativos, sino con historias que conectan desde el corazón.

Pensemos en aquellas campañas que han trascendido lo promocional para enfocarse en lo emocional, en lo simbólico, en lo que deja marca.

Un ejemplo icónico es el de el de Mattel con Barbie, que desde hace varios años ha dado un giro sustancial a su narrativa. A través de su iniciativa You can be anything, ha desarrollado campañas donde las niñas imaginan profesiones que tradicionalmente les han sido negadas a mujeres.

Apoyándose en sus propias líneas de muñecas —pilotas, ingenieras, médicas, científicas—, Mattel ha generado contenido que no solo entretiene, sino que inspira y empodera. Ha logrado que sus mensajes no solo circulen en medios, sino que sean amplificados por comunidades que se identifican con ellos, desde madres y padres hasta educadores y líderes de opinión.

Otro caso ejemplar es el de LEGO, que ha sabido posicionar sus productos como algo más que simples bloques de construcción. Ha convertido el juego en un lenguaje común entre generaciones. En lugar de centrarse únicamente en la venta, ha creado experiencias compartidas entre padres e hijos —ya sea con sets temáticos que evocan la infancia de los adultos o iniciativas digitales que fomentan la colaboración familiar—, como parte de estrategias de marketing digital offline que priorizan la conexión emocional. Así, refuerza la idea de que jugar también es construir vínculos emocionales.

Esta narrativa ha sido replicada en múltiples activaciones, notas de prensa, colaboraciones con museos y programas educativos, consolidando el valor de la marca más allá de lo tangible, es decir, en lo relacional, en lo emocional y en lo simbólico. 

Ambos ejemplos nos recuerdan que las mejores campañas no solo venden un producto, sino historias. Son muestras claras de cómo alinear el storytelling con los valores y propósito de la marca, para generar un vínculo auténtico con la audiencia. Y en fechas como el Día del Niño, esas narrativas pueden ser tan poderosas como un recuerdo feliz de la infancia, algo que nos acompaña toda la vida.

De lo comercial a lo cultural

Lo valioso del Día del Niño para las marcas, es que les permite moverse del plano comercial al cultural. Cuando una empresa decide celebrar la creatividad infantil, promover espacios de juego seguro o visibilizar la diversidad desde la infancia, está tomando postura. Es como si estuviera diciendo: “esto es lo que creemos, esto es lo que queremos construir”.

Y ese tipo de mensajes —bien contados, distribuidos de forma estratégica y alineados con acciones reales— generan algo más poderoso que una venta: ¡generan confianza! Y la confianza, en un mercado cada vez más exigente y saturado de información, es oro puro. Es lo que permite que una marca no solo sea vista, sino elegida; no solo recordada, sino recomendada.

Esto es el verdadero valor de la comunicación estratégica con impacto: diseñar mensajes que no solo suenan bien, sino que hacen bien. Estrategias de comunicación y marketing digital que generan impacto real porque conectan con las emociones, validan con acciones y se sostienen en el tiempo. Porque cuando una marca se compromete a contar historias coherentes con lo que hace y con lo que cree, se convierte en algo más que un producto, se convierte en una experiencia significativa, en una relación de valor para las personas.

El storytelling para marcas no es solo una campaña, es una conversación

El storytelling en relaciones públicas no debería limitarse a un spot viral o a un comunicado bien escrito. Debe ser parte de una conversación más amplia, coherente y sostenida a través del tiempo. Sí, el Día del Niño puede ser el detonador, pero el verdadero reto está en mantener viva esa narrativa a lo largo del año, creando contenidos con sentido, involucrando a la comunidad, escuchando lo que tienen que decir niñas, niños y sus familias.

Porque al final, las mejores historias no solo se cuentan… se comparten, se recuerdan, se viven.

Este contenido apareció por primera vez en Alto Nivel.

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