Aunque el término CEO debe sus siglas al inglés Chief Executive Officer, se trata de una palabra cada vez más común en el mundo empresarial sin importar país, cultura o sector de negocios. CEO es mucho más que tres letras que refieren al capitán de una organización, a un puesto aspiracional, a un gran reto a nivel profesional, se trata también de la representación de la empresa, el lado humano de una marca.
Para la construcción de la marca de un capitán exitoso, es indispensable tener claras las bases y los sustentos en la creación de una figura inherente a la empresa, es decir, no se puede pensar en un capitán independiente de la marca y viceversa. La reputación de uno es la imagen del otro; la imagen de la marca las decisiones de éste y así se da paso al ideal de un CEO: una persona capacitada y que está a la altura de las circunstancias, el entorno y el perfil que exija una empresa.
Una vez asentadas las bases para construir esta imagen, es importante destacar que el rol del CEO moderno exige un talento especial para hacer que comulguen distintas generaciones de líderes en la misma empresa. De ese tamaño es el reto.
Ahora sí, pasemos a la forma en que se puede crear la figura del Director General como una marca propia sin separarla de la empresa misma.
¿Jefe o líder?, ¿miedo o respeto?, ¿admiración u obligación?, ¿confianza o incertidumbre? Responder estas preguntas sobre lo que cada empresa quiere comunicar a través de su principal embajador es el primer paso para el objetivo de la construcción de la marca CEO, pues los viejos organigramas donde uno mandaba y todos obedecían quedaron en el pasado.
En cuanto a imagen pública, por ejemplo, el capitán debe ser íntegro, pues no se trata de un engrane más en la maquinaria, sino la pieza principal de la misma imagen corporativa. De lo contrario, se correrá el riesgo de que en lugar de ser el principal promotor e impulsor de una marca, pase todo lo contrario y se convierta en el primer opositor y freno de la misma.
Hablamos de una pieza fundamental, difícil de elegir, más aún de asumir e incluso de concebir, es por eso que resulta imprescindible revisar los atributos sobre las percepciones que se tienen de esta figura, ya que no es la imagen de una persona, sino la reputación de toda una empresa.
Esto se puede ver claramente a través de una de las 4 I’s de la Mercadotecnia de Servicios, la inseparabilidad, la cual destaca que los clientes no pueden separar a la persona que proporciona el servicio del mismo servicio. Los Stakeholders vinculan a la empresa con su estratega y si existe una relación positiva entre ambas se genera confianza para apostar por la marca y adquirir sus soluciones. De no ser así, evidentemente, se ve afectada la imagen y reputación de la relación CEO-Empresa.
A nivel internacional tenemos ejemplos de la inseparabilidad del estratega con la compañía como Steve Jobs – Apple y Bill Gates – Microsoft. Un Director General fuerte es igual a una empresa fuerte.
Debe haber un equilibrio entre la imagen de la empresa y el capitán de la misma; estar basada en una misma misión, visión, valores e ideales que sean visibles durante las acciones y toma de decisiones del CEO, así como en sus encuentros con sus Audiencias Objetivo para comunicar de manera correcta la Propuesta de Valor de la compañía.
Tanto para una empresa como para su CEO, ser y parecer son la base de una correcta estrategia de posicionamiento, dos verbos a conjugar para un mismo fin, el éxito. Alinear el branding del Director General al de la empresa con integridad, consistencia y resultados tangibles serán la fórmula que contribuirá al fortalecimiento de sus relaciones con sus Stakeholders ganando un espacio en la mente y corazón de éstos.